NUESTRO CAMPO
Lloraban
las montañas lindos ríos
que por
las caras de los valles transitaban,
con sus
dorados cabellos, un sol brillante,
a los
suelos gentilmente calentaba.
Recostados
sobre el azul del cielo
los
esbeltos perfiles de las palmas,
a sus
pies agitadas por el viento,
como
enorme ola, se movían las cañas.
El
refrescante toque de la brisa
con
ternura rozaba nuestras caras,
como
amorosa y delicada caricia
cual
suave mano de mujer enamorada.
Las
flores, con su inigualable belleza,
a este
paisaje añadían su pincelada,
despliegue
de colores al que sumaban
la
sutileza de un perfume que embriagaba.
Las
mariposas en alocado vuelo,
en una
flor y en otra se posaban,
en una
danza de brillantes colores
formando
bella e increible amalgama.
Los
pájaros cantaban su alegría
en
profusas e inigualables tonadas,
posados
en las copas de los árboles
alegrando
con su gorjeo a las mañanas.
Regalo
inapreciable nuestro campo
hoy
sumido en una triste lejanía,
escondida
en nuestro mundo de nostalgia
la
esperanza de poder volver un día.
Cástulo
Gregorisch
2/5/04
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