ATAQUE
Me
asalta nuevamente
un
ataque de nostalgia,
inmisericorde
y despiadada,
con su
pesada carga de recuerdos,
recuerdos
de una era, divertida y bella,
cuando
disfrutaba de una juventud
que
lucía eterna.
Noches
de lunas y estrellas,
cocuyos
y luciérnagas,
playas
de blancas arenas
y aguas
turquesa,
azules
cielos de nubes ingenuas
que se
desplazan con pereza,
campos
pintados de verde
adornados
con palmeras, humedecidos
por
ríos de corrientes perpetuas.
Adoquinadas
grises calles
de sabor
colonial, alumbradas
por las
tenues luces de antiguas
farolas
despiertas.
Interminable
cadena de guaguas
como
largo gusano desplazándose
por las
calles, garantizando
transporte
seguro y sin merma.
Música
de tropical sabor
alegrando
los oídos, atrapada
por
nuestras orejas.
Increíbles
olores a maduras frutas
y
típicas comidas flotando en el aire
estimulando
el olfato, preludiando
un
festín gastronómico en espera.
Hermosas
mujeres que ante los ojos se mueven
en una
coreografía de especial cadencia.
Disfrute
de la vista, ejemplo de elegancia
y
belleza.
Adornadas
y bien surtidas tiendas,
repletas
de comestibles bodegas.
Todo
bajo un ambiente pacífico
alterado
solamente por los ruidos
y
pregones de una ciudad dinámica y
despierta.
Muy
difícil me sería evitar
estos
frecuentes ataques de nostalgia,
mis
débiles defensas ante sus embates
fallan,
perdiendo yo siempre la batalla.
Cástulo
Gregorisch
7/5/14
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