A LA MUERTE DE UN AMIGO
Pocos
son los que quedamos
de la
época dorada,
la que
tanto disfrutamos
en
aquella patria amada.
Me
llegan tristes noticias
de otro
amigo que se marcha,
la
lista es interminable,
dolorosa,
enlutada.
Los
días se tornan grises
opacados
por las lágrimas,
las
noches se hacen sombrías,
sus
lunas traumatizadas.
Aquella
feliz juventud
que
reía, que bailaba,
con el
pasar de los años
existe
para recordarla.
Impredecible
la vida
con sus
altas y sus bajas,
no se
puede adivinar
lo que
el destino depara.
Otro
amigo se nos va,
otro de
los nuestros marcha,
penan
los que aquí quedamos,
los que
se fueron descansan.
Escabroso
es el camino
con sus
valles y montañas,
otro
amigo se nos va,
la
tristeza nos embarga . . .
Cástulo
Gregorisch
2/9/15
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